El síndrome de Cotard: el caso de los muertos vivientes

¿Nunca te has preguntado cómo sería ponerte en la piel de una persona que está viviendo una experiencia cercana a la muerte?, ¿qué piensa y qué siente?, ¿y si tuviera que vivir con esa sensación día tras día, solo que encerrado en un cuerpo vivo?
De esto trata justamente el síndrome de Cotard, que es una enfermedad real con la cual la persona cree estar muerta a pesar de ser consciente de que no lo está. Se trata de una patología psiquiátrica que normalmente suele traer consigo depresión y tendencias suicidas. Fue descubierta por Jules Cotard en el año 1880 y desde entonces, los casos se han multiplicado.


Las personas que padecen este trastorno, a menudo, suelen percibir su cuerpo de forma distorsionada. A pesar de seguir vivos, creen que están muertos o se están muriendo. A veces se ha llegado a notificar que estas personas afirman no tener órganos o que son capaces de sentir cómo estos se están descomponiendo en su interior, creen que se están pudriendo e incluso pueden llegar a oler su carne en proceso de putrefacción.

A pesar del deterioro mental que supone convivir con esta enfermedad, se han registrado casos en los que los pacientes han comenzado a tener fallos en sus órganos y graves deterioros en la piel, induciéndose así mismos hacia la muerte de manera casi inconsciente. 

Hubo un caso, hace tiempo, de un hombre que padecía síndrome de Cotard y, cuando los sanitarios llegaron a su casa después de que su mujer llamara a urgencias, le preguntaron que qué le sucedía a lo que él respondió que "estaba muerto". Acto seguido, los sanitarios procedieron a sacarle una muestra de sangre pero de la jeringa no salía nada. 

Y aquí es donde nos percatamos del poder que ejerce la mente en estas situaciones: personas que creen firmemente estar muertas estando vivas, pero cuyo cuerpo comienza a fallar debido a este pensamiento.



Las personas que padecen este síndrome experimentan un delirio nihilístico que supone la negación de la existencia del exterior, negando después su propia existencia. Es decir, en otras palabras, se aíslan del mundo.
Se desconoce qué es lo que realmente provoca este trastorno, aunque es sabido que llega repentinamente (de un día a otro, lo que lo hace aún más horrible si es posible). También se ha investigado que el síndrome de Cotard va unido estrechamente con enfermedades mentales como la depresión o la esquizofrenia, pasando éste mismo por distintas fases, desde síndrome parcial hasta síndrome completo.
La llamada terapia TEC (terapia electro convulsiva) suele mejorar el pronóstico al incrementar el flujo sanguíneo en ciertas zonas cerebrales.
EL CASO DE LAURA - UNO DE LOS MÁS FAMOSOS DE SÍNDROME DE COTARD:
      • Paciente mujer (a la que daremos el nombre de “Laura”)

      • Edad 48 años

      • Estado civil: Lleva viuda desde los 24 años.

      • Lugar de residencia: Laura ha vivido en los Estados Unidos y en Colombia.

      • Trastornos del estado de ánimo: Laura durante su estancia en los Estados Unidos sufrió varios episodios depresivos recurrentes, fue tratada con distintos antidepresivos. Al perder su trabajo la paciente presenta síntomas depresivos, insomnio recurrente, incapacidad para sentir placer, ansiedad, sentimiento de culpa y minusvalía.

      • Después aparecieron las ideas suicidas, hubo varios intentos de suicidio. Al parecer, al darse cuenta de que no era capaz de suicidarse aparecieron otros síntomas.

      • Laura comenta: “El 20 de febrero vi que salía un humo por mi boca, al día siguiente me miré al espejo y mis ojos habían cambiado, no tenían vida. Me di cuenta que ese humo que salía por mi boca era mi alma saliendo de mi cuerpo”.

      • A partir de ese momento, Laura tenía la creencia de ser una muerta viviente, se veía como una zombi. Laura pensaba que sentirse así era un castigo divino por haber intentado suicidarse. Laura comenzó a desarrollar alucinaciones olfativas, decía su cuerpo se estaba pudriendo y ella lo olía. Decía sentir un cosquilleo bajo la piel como si los gusanos la estuvieran devorando.

      • Al ser consciente de que estaba muerta dejo de comer, porque decía que “los muertos no comen”, esto provocó un drástico descenso de peso. Se le realizaron estudios de neuroimagen para detectar si había algún problema cerebral, pero todos dieron negativos.

      • A ser un caso extraño y no haber muchos casos descritos en el mundo no se sabía bien que tratamiento ponerle a la paciente. Algo había que hacer, el descenso de peso era preocupante.  Se comienza a tratar a Laura con distintos medicamentos antipsicóticos (como Prozac , flouxetina).

      • Pasaron unos meses y aparentemente no había señales de mejora. Se recurrió a una herramienta terapéutica, la terapia electro convulsiva a fin de incrementar el flujo sanguíneo en su cerebro. Después de 6 sesiones, los delirios comenzaron a controlarse hasta llegar a desaparecer.



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